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Ni los puños que golpean rosotros, ni las armas que explotan como bombas, o los paneles de vidrios rotos logran darle sentido a la estructura de esta cinta. La secuela de Robert Rodríguez a Sin City (2005) no impresiona en absoluto.
¿Por qué es tan aburrda? Bueno, en realidad nunca esperas terminar exhausto luego de ver esta cinta, pero su narrativa excede el uso del clarosucuro y los escenarios artificiales. El universo gótico de la novela gráfica de Frank Miller se siente un tanto gastado. Esta segunda entrega está más apegada a la realidad virtual que a la fantasía.
El principal problema de la cinta es la incoherencia. Para ser una película hecha en blanco y negro, hay muy poco gris en sus personajes. Los nuevos héroes como Josh Brolin son redundantes. Sí, todos en Basin City son corruptos, pero eso termina con todo el suspenso. Incluso cuando llega la parte en que Jessica Alba se transforma en un especie de espíritu vengativo, la espera resulta demasiado larga y en realidad no vale la pena.
Lo único realmente sorprendente es Eva Green, quien se toma demasiado en serio el título de la película y encarna a la mejor femme fatale de la historia. Su presencia es tan sensual que provocará corto circuito en algunos. Sin embargo, Green es lo único excitante en este universo.