Donde antes estaba el Pakta de Albert Adrià, templo de la cocina nikkei con una estrella Michelin, ahora hay una izakaya mediterránea o una bodega tradicional con visión asiática, según se mire. Lo llevan Jaume Marambio y Vicky Maccarone. Él cocinó en el St. Rémy, Saüc, Gaudir y Tickets, y ella fue jefe de sala en Hoja Santa y Niño Viejo. Aquí fusionan la gastronomía mediterránea con la nipona. ¿Cómo? Con mucho tacto y originalidad. ¿Ejemplos? Montadito de calamar y tocino ibérico, gyozas de tres butifarras y habitas, guiso de guisantes con chipirones y katsuobushi y, de postre, chucho de helado de soja y caramelo.
A menudo no forma parte del itinerario turístico, pero la montaña de Montjuïc merece una visita. En verano, la temperatura es unos grados más baja que la de la ciudad, y los numerosos parques y jardines son el sitio perfecto para ir de picnic. También hay diversos museos, la Fundació Joan Miró es impresionante, tanto por su edificio con influencias de Corbusier, como por su colección.
Por su parte, Poble-sec es un barrio perteneciente al distrito de Sants que va desde la avenida del Paral·lel hasta Montjuïc, y fue el primer ensanche de la ciudad, proyectado cinco años antes que el de Cerdà. El Paral·lel es la calle de los teatros musicales y del cabaret, con el incombustible El Molino.