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El director de 'Durmiendo con su enemigo' debía pensar que todavía estamos en los años 90, cuando los 'thrillers' psicológicos no necesitaban ser redondos, cuando la tensión se llevaba al máximo y los flecos se podían descuidar. Su nueva película, 'Atrapada en la oscuridad', parte de una buena premisa: una fotógrafa se queda ciega en una emboscada en Afganistán; un tiempo después, ya en Nueva York, encuentra a su compañero muerto en el apartamento donde vivían. Los momentos en los que ella se mueve por el piso ignorando que hay un cadáver dentro resultan los mejores de la película, cuando impera una tensión digna de un buen film de suspense. El problema llega con una serie de detalles que, por mucho que sean superfluos, muestran un cierto descuido y un desinterés por cualquier tipo de verosimilitud. En una trama sencilla y con pocos ornamentos –una mujer, un apartamento y un robo–, los detalles cuentan, como mínimo para ligar bien un relato que arranca bien, pero que se diluye.