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El momento más inoportuno de ‘De jueves a domingo’ es un plano lateral del coche en el que viaja una familia chilena. Vemos al padre y a la madre, con el sol brillando de fondo. Resulta una imagen extraña porque nos aleja del punto de vista de Lucía, la niña, sigilosa protagonista de la película. Este instante es una excepción en un film que aborda la crisis matrimonial sin caer en la evidencia ni la estridencia; es un retrato familiar que va de la mano de la hija. La escena en la que los padres hablan en inglés para evitar que los niños puedan entender la conversación de los adultos es un ejemplo explícito. La secuencia en la que la niña escucha a los adultos en plena noche, también. La debutante Dominga Sotomayor filma una película sutil, en la que el paisaje chileno, desértico y con las montañas de fondo, se impone; y en la que la acción tiene lugar primordialmente en el interior de un coche. Un retrato de infancia en el que nada se dice y todo se sugiere.