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Dixie y la rebelión zombi

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Dixie y la rebelión zombie
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Time Out dice

Dicen que segundas partes nunca fueron buenas (excepto, ya lo sabemos todos, en el caso de 'El padrino' y 'El Quijote'). Esta secuela de 'Papá, soy una zombie' ha perdido nervio y estructura. La primera vez nos hizo gracia: la historia de la niña gótica con pelo lilosos que vivía en una funeraria, entre ataúdes, cadáveres y peste a formol. Una niña que viajaba por el mundo de los muertos, como Jack Skellington, sin perro. Pero esta vez el fenómeno Halloween suena a versión entristecida de aquella fiesta de disfraces que se montaba Christina Ricci en la mansión de 'Casper', en aquellos años 90 que fueron tan prósperos para la comedia de terror. La animación, gags de ultratumba incluidos, nos ha quedado insulsa. Y mientras tanto la trama se ha ido complicando para poder dar cancha a todos los personajes en lo que sería el equivalente cinematográfico a un refrito de chipirones y sardinillas en aceite de griasol goteando. Por lo menos, así no han tenido que dejar a ninguno en la estacada.

Escrito por Josep Lambies
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