Hace diez años, Cheyenne Carron debutó con un filme, 'Écorches', que explicaba la pasión incestuosa de dos hermanos al margen de la sociedad. Nada más lejos, en apariencia, de la espiritualidad de El apóstol ', aunque es fácil darse cuenta de que las dos películas nos hablan de una directora interesada por los temas controvertidos y los titulares de impacto. En este caso, la conversión al cristianismo de un joven musulmán, conmovido por la piedad de un cura que acepta vivir entre los responsables de la muerte de su hermana. Desde la primera y violenta escena, queda claro que Carron busca un registro desgarrado que dé verosimilitud a las tensiones que el cambio de fe del protagonista provoca en su comunidad. Pero eso no encuentra encaje en el afán didáctico y conciliador de la obra, concentrado en un último plano descaradamente simbólico.