Locos por los votos

Dirigida por Jay Roach, mejor conocido por haber llevado a la pantalla las entregas de Austin Powers, el absurdo detective inglés de Mike Myers, y escrita por Shawn Harwell y Chris Henchy, nos cuenta la historia de Cam Brady, un congresista que ha sido elegido como cándidato múltiples veces simplemente por no tener contrincante alguno. Cuando Brady comete un gran error en público justo antes de las elecciones, un par de ejecutivos adinerados planean poner un candidato rival para desafiar la campaña de reelección y así ganar influencia en su distrito de Carolina del Norte. Su candidato es nativo del lugar, el ingenuo y excéntrico Marty Huggins (Galifianakis).

 

A primera vista Marty parece ser una opción improbable, pero con la ayuda de sus benefactores, de un despiadado director de campaña y de las conexiones políticas de su familia, rápidamente se convierte en un contendiente que le da mucho de que preocuparse a su contrincante. 

Es un discurso político y social disfrazado de comedia, que se presenta algo burdo con referencias sexuales y lenguaje vulgar, pero no se basa completamente en el chiste fácil y absurdo, característica que la separa de la mayor parte de las comedias creadas últimamente.