Mère et fils (2013)
  • Cine
  • Crítica de Time Out

Reseña

Madre e hijo

4 de 5 estrellas
Publicidad

Time Out dice

Algo se torció en la antigua Rumania cuando Cristian Mungiu estrenó ‘4 meses, 3 semanas y 2 días’ en el Festival de Cannes. Algo pasó ante los restos de aquel embarazo abortado que se extendían sobre las baldosas de los baños de un hotel de congresistas. Tres años después, en 2010, Radu Muntean estrenaba ‘Martes, después de Navidad’, una renovación del melodrama que llevaba Bergman a las familias de clase media que se habían creado durante la resaca post Ceausescu. Aquí es donde deberíamos situar el ‘Madre e hijo’ de CP Netzer.

Mientras tanto, en Estados Unidos, Kenneth Lonergan hacía su revolución con ‘Margaret’. Anna Paquin era una 'teen' con sombrero de cowboy que iba dando saltos por la calle, ingenua, hasta que su descontrol acababa provocando un accidente de tráfico, con atropello y víctima mortal. También es aquí donde se sitúa ‘Madre e hijo’. En la culpa del hijo tarambana con las manos manchadas de sangre. En la influencia tirana de una matriarca déspota y celosa, que manda con mano de hierro y tantos anillos en los dedos que parece que lleve un puño americano.

Una, versión arisca de la madre dimitida que promovió Hollywood, de la Stanwyck en ‘Stella Dallas’, o de Juanita Moore en ‘Imitación a la vida’. La otra, versión sin estética ni Freud de los machos indecisos de Hitchcock, de aquel Claude Rains que no se hacía edípico por voluntad, sino por necesidad. Si algo propio tiene esta nueva ola rumana es que las cosas se dicen por su nombre. Todo es seco, como el naufragio de aquel feto dejado de lado entre toallas manchadas. Y así es como el género va puliendo sus patrones, haciendo campaña para socializar una guerra que antes sólo era exclusiva de la burguesía de Estocolmo.

Publicidad
También te gustará