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Dejando atrás el reluciente Casco Viejo y adentrándonos en la misteriosa Iturribide
llegaremos enseguida al mítico Melilla y Fez. El paseo habrá merecido la pena. Una
barra llena de tortillas de todos los sabores serán el perfecto aperitivo del pintxo de
cordero que nos comeremos después.