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Una fábula surrealista, malinterpretada acerca de los beneficios financieros sobre la violencia emocional. El primer largometraje de Ramaa Mosley arroja una brillante tetera en las vidas del mediocre matrimonio de Alice (Juno Temple) y John (Michael Angarano). ¿Qué hace el objeto principal, se preguntarán? Se llena mágicamente de dinero cuando abusan de ellos mismos, o se lastiman el uno al otro (un pellizco en el brazo produce 100 dólares). Pero a medida que la tetera se vuelve más tacaña, recurren a medidas más drásticas, como abuso doméstico y eventualmente muestran a quién ya no le afectan las heridas.
El estilo barato de la cinta representa, sin duda, el lado oscuro de la historia, pero Mosley no tiene nada con qué crear una contraposición: El resultado se lee como presunción y la ingenuidad inexperta de Angarano lo convierte en un adolescente que utiliza trajes de adulto. A lo largo de la historia se muestran pistas sobre la sicopatía aspiracional de Temple, quien cuenta con un diplomado en historia del arte y mira la tetera como su pase hacia un nuevo empleo, pero su desempeño se siente incompleto ya que parte de la estructura de la cinta no llega a su final. Mosley retomó esta situación de un corto anterior y se vuelve dolorosamente obvio cuando se sale del camino. En general, la película se siente demasiado extensa antes de que aparezcan los créditos- o quizá es sólo una ilusión.