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Hay dos tangibles. El primero es el espacio, situado en la frontera entre Galicia y Portugal. El segundo es el texto, la obra teatral 'O bosque' de Jenaro Marinhas del Valle. En ‘Arraianos’, el director Eloy Enciso conjuga estos dos elementos concretos y preexistentes y los pasa por el filtro de una puesta en escena que, como la misma localización del film, se sitúa en el límite.
Enciso se centra en los habitantes y en los espacios de la Raia Seca, en el antiguo Couto Mixto, que hasta hace poco más de un siglo se situaba exactamente entre Galicia y Portugal y que funcionaba de manera autónoma de ambos países. El director filma las rutinas, el trabajo y los tiempos muertos de la gente que vive en este paraje rural, a la vez que recitan el texto de Marinhas del Valle. Se crea así una especie de tensión entre el ejercicio documental y el trabajo de ficción. El proceso de rodaje revela esta dicotomía: dos años después de rodar en la Raia Seca, el equipo volvió para filmar más material, para centrarse esta vez en el retrato del lugar y de su gente.
Las palabras resuenan en medio del bosque, en boca de unos actores no profesionales que huyen de cualquier naturalidad. El trabajo recuerda la obra radical de Straub, a camino entre el documental y la representación. Recuerda también los momentos íntimos, en espacios abiertos y de artificio del cine de John Ford. Las palabras pesan, igual que los gestos de los personajes: un hombre que pica el hielo, una mujer que cose, otra que sostiene una lechuga. Todo eminentemente físico. Todo situado en un punto medio entre el retrato realista en apariencia y la desnaturalización.
'Arraianos' es una película fronteriza en todos los sentidos. La vocación documental del film no está reñida con una puesta en escena que enrarece el espacio. Los planos del cielo con niebla, del interior de las casas en penumbra, del reflejo de los árboles en el agua... Estéticamente, 'Arraianos' es una maravilla. En un momento del film, la pantalla queda casi amarilla, bañada por los rayos del sol. El momento es mágico, ya que poco a poco se va aclarando, dejando entrever un pueblo de fondo. De una imagen pictórica, casi abstracta, pasamos a lo concreto. La fascinación que desprenden algunas de las imágenes más fantasmagóricas forma parte del retrato de un lugar único y extraño.