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La buena noticia es que Bad Boys para siempre no es tan desagradablemente vulgar como Bad Boys II de Michael Bay. La mala noticia es que esta entrega, dirigida por los cineastas belgas Adil El Arbi y Bilall Fallah, no aporta mucho. Aún así, incluso si la película parece calculada para hacer que Will Smith y Martin Lawrence sean un éxito de taquilla, también reconoce el paso del tiempo desde la última entrega, en formas que generan un poco de sensación extra en medio de los ritmos familiares de la producción de Jerry-Bruckheimer.
Las estrellas aún muestran química como los detectives de Miami, Mike Lowrey (Smith) y Marcus Burnett (Lawrence). Marcus, ahora tiene un nieto y está listo para retirarse, pero Mike aún no está listo para renunciar a sus costumbres de chico malo por lo que quiere embarcarse a una misión, pero Marcus no está interesado en unirse. Los villanos son Armando (Jacob Scipio) e Isabel (Kate del Castillo), el hijo y la viuda del difunto narcotraficante mexicano.
Los codirectores encuentran cosas interesantes que hacer con la cámara, y organizan una potente y larga persecución en motocicleta por las calles nocturnas de Miami. Kate (elegida astutamente, dada su supuesta asociación en la vida real con el El Chapo en el pasado) muestra una buena malevolencia como la bruja Isabel. Sin embargo, el mayor logro de la película es la forma en que aporta un corazón sincero a la asociación de Mike y Marcus en la primera mitad, antes de que el caos tradicional y las bromas profanas se hagan cargo. También hay un giro dudoso de trama que intenta cambiar nuestros sentimientos hacia un personaje clave de una manera que se siente deshonrosa hacia otro.