Búsqueda implacable 2

A principios de 1980, una compañía llamada Cannon Films se convirtió en sinónimo de películas de muy bajo nivel, invariablemente protagonizadas por Charles Bronson o Chuck Norris. Eran historias que iban directamente a video, sobre hombres agraviados tomando venganza contra los criminales que habían atacado a sus familias. Si el guión de Taken 2 hubiese caído en el escritorio de un ejecutivo Cannon, se habrían muerto de la risa. 

 

Esta es una película que hace que las secuelas de El vengador anónimo se vean como El padrino 2 o que la obra de Jean-Claude Van Damme sea digna de un box set exclusivo como si de Ingmar Bergman se tratara. Es una de las películas de acción más flojas jamás hechas. Cuando la primera Búsqueda implacable comenzó con un escenario creíble de pesadilla, un exagente del Servicio Secreto, Bryan Mills (Liam Neeson) se vio obligado a actuar cuando su hija Kim (Maggie Grace) es secuestrada, la secuela parecía una mala idea desde el principio. Los malos de la primera película ahora quieren venganza. Siguen a Bryan por Estambul. Tratan de matarlo. Fallan. Fin.

 

Gran parte de la culpa debe recaer sobre escritores Luc Besson y Robert Mark Kamen, pero el verdadero culpable es el director Olivier Megaton. Las secuencias de acción son una broma: una persecución de coches básicamente compuesta por tomas en primer plano con vidrios rotos y peleas. Tan divertido tanto como ver a alguien jugar Street Fighter.

 

Búsqueda implacable 2 es una película cínica que sólo se ha hecho, al parecer, para exprimir los bolsillos de los que que disfrutaron de la primera película. ¿Por qué darles la satisfacción?