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Como si fuera el barco de 'Náufragos' rodeado de un campo de minas, el furgón blindado de 'Clash' es un microcosmos de la sociedad egipcia, con los Hermanos Musulmanes y los rebeldes contra el régimen obligados a compartir espacio cerrado en plena revuelta popular.
El caos que se extiende como una violenta mancha de aceite se refleja en el interior de la cárcel de forma que, muchas veces, cuesta distinguir quién pertenece a cada bando. Esto, que parece un defecto, juega a favor de la película, donde la rabia y la intolerancia son un idioma universal.