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Hace 25 años el sida era una sentencia de muerte. Hoy nadie niega que sigue siendo un problema de salud pública pero, gracias a la lucha de individuos y grupos durante años, hay esperanza. Cómo sobrevivir una plaga es la historia de uno de esos grupos.
En 1987, como si fueran soldados en una misión suicida que se niegan a aceptar, activistas del Greenwich Village, en Nueva York, formaron ACT UP (AIDS Coalition to Unleash Power) para luchar –auténticas patadas de ahogado–, contra el virus y, sobre todo, contra unas políticas gubernamentales que los tenían como perros en la intemperie. Construido casi en su totalidad por material de archivo grabado por los integrantes del movimiento, es un testimonio de primera mano del miedo y la impotencia frente a una enfermedad fatal, y del enojo hacia un gobierno que, con tintes homofóbicos, se mantenía estático.
Las cifras de los muertos año con año a causa del sida se combinan con los resultados obtenidos y los relatos de quienes participaron en las protestas. Al final la película, nominada en los próximos premios Oscar a mejor documental, es épica, interesante, humana y esperanzadora.
Ciencia, política y discriminación se unen en un tributo a los movimientos que alrededor del mundo luchan contra los gobiernos que los hacen a un lado. ACT UP logró que más dinero se destinara a la investigación y que las medicinas llegaran a las farmacias. Hoy hay esperanza.