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Los libros de Stephen King son un campo minado para los cineastas. Su prosa es tan convincente, que es fácil pasar por alto el hecho de que muchos de sus conceptos son totalmente absurdos (intenta con la escena de Eso en la que un grupo de niños tienen relaciones sexuales en una cueva). Las mejores adaptaciones sobre King bajan un poco el nivel de locura y se enfocan en la explosiva e ingeniosa narrativa del autor.
Los peores se tragan el libro en su totalidad y después lo vomitan todo en la pantalla. Y con la excepción de la invasión alienígena Dreamcatcher (2003) –realmente uno de los libros más temibles que se hayan hecho–, Conexión mortal podría ser la película basada en la obra de King más vomitable hasta el momento.
Como si fuera una versión suavizada de la obra de King The Stand, Conexión mortal retrata un mundo que se convierte en un infierno cuando las señales de los teléfonos celulares transforman a todo el mundo en carnívoros enloquecidos. John Cusack interpreta a Clay, un chico promedio que sobrevive al ataque inicial y atraviesa el país con su nuevo amigo, Tom (Samuel L. Jackson), para hallar la fuente de esa señal asesina.
Lo que sigue es básicamente The Happening (2008) con celulares, un desfile de efectos débiles, sin sentido y sin rumbo; sustos que no dan susto y secuencias serias que terminan por dar risa. Hay momentos en los que Conexión mortal se siente como una imitación surrealista de una película postapocalíptica.