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Después de las estupendas 'La influencia' (2007) y 'Naufragio' (2011), el cineasta Pedro Aguilera se atreve a adentrarse en las entrañas de una propuesta radical marcada por una incomodidad de carácter subversivo: la relación que se establece entre dos hermanos que se reencuentran después de mucho tiempo y entre los que surge una atracción sexual que desafía los límites de la moral convencional.
Aguilera apuesta por un enfoque 'voyeur' a través de la intrincada y perturbadora mirada de un hombre (Julio Perillán) de fondo oscuro e inquietante que nos sumerge en una espiral de deseos reprimidos y obsesiones morbosas. La película explora los mecanismos de dominación y poder introduciéndose en las pantanosas aguas de los deseos más inconfesables a través de un mecanismo de intriga y suspense que va desarrollándose a lo largo de una narración absorbente y extraña, poderosa en la manera de describir los instintos más primarios.
Una extraordinaria película que ahonda en territorios turbadores y angustiosos como pocos cineastas españoles se atreven a hacer en la actualidad, secundado por las interpretaciones, nada obvias, de Julio Perillán e Ivana Baquero.