El alcalde

La película es un retrato de Mauricio Fernández Garza, alcalde de San Pedro. Un retrato nunca es fácil, ni para el espectador ni para el retratado. Si es fiel, es sólo un vistazo al sujeto y su entorno, un instante congelado. Puede ser muy detallado, preciso, complejo o íntimo, pero siempre es un vistazo. Sin opiniones ni juicios de por medio, sin explicaciones ni años de historia para poner en contexto, cuando nos paramos frente a un retrato (uno valiente, de los que se te plantan delante y te encaran) somos tanto nosotros como el protagonista expuesto. No hay héroes ni villanos.

San Pedro, el municipio con mayor poder adquisitivo de América Latina, es uno de los más seguros del área metropolitana de Monterrey.

“Mi promedio es de 0.9% (de los delitos en zona)”, dice Fernández Garza.

Valiente, seguro y arrogante, no duda en decir lo que piensa. Según él, la relación entre las muertes a causa del narco y las cifras oficiales es de cinco a uno. Es una entrevista profunda a un personaje polémico con una gran personalidad. Mauricio Fernández Garza no tiene miedo. Su estrategia de seguridad es, siendo tímidos, agresiva y dudosa. Pero él está tranquilo.

“Mi tesis funcionó”, dice ufano.

Si bien todo el documental está construido alrededor de los testimonios del alcalde, la película no es sólo una entrevista. Lo que vemos es a un hombre en un ambiente desesperado. Los tres directores muestran un país que todos reconocemos en un momento de crisis y, en medio del conflicto, un personaje que hace corajes y chistes, que da opiniones y se justifica. El alcalde en su mansión, rodeado de obras de arte y piezas arqueológicas, habla de las personas de su equipo de seguridad que han muerto y las amenazas que le han hecho a su familia.

“El cine te hace debatir”, explica Emilio Altuna, uno de los directores.

No debe dar salidas obvias ni personajes sencillos. Mauricio Fernández Garza es una persona real. No sabemos si el alcalde es bueno.