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Hay libros que parecen imposibles de adaptar al cine, y uno de ellos es 'El atlas de las nubes', de David Mitchell. Cómo se puede traducir en la pantalla sin perder el sentido, el ritmo, el karma? Sí, el karma, porque de eso habla el film, del mito del eterno retorno, de cómo lo que pasó influye en lo que pasará, de por qué lo que hacemos puede ser producto de lo que hicieron o de lo que haremos. Seis momentos temporales: mediados del siglo XIX, los años 30 en la Europa convulsa, los años 70 en la California de la contracultura, ahora mismo en el Reino Unido; un futuro mecanizado y orwelliano en Corea, y uno aún más lejano que se refugia en las estrellas. Seis historias entrelazadas con actores que repiten de una a otra. Dirigido a tres manos, el film es apasionante pero irregular. La larga duración hace que en algunos momentos decaiga, pero un final perfecto lo redime. Se tiene que ver con la mente y los ojos bien abiertos.