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Un buen final debe sentirse como un rompecabezas hábilmente ensamblado, a partir de piezas que han estado frente a ti todo el tiempo. El final El buen mentiroso toma un enfoque diferente: es decir, lanzar puñados de piezas al azar y luego no concreta nada. Se destaca como el giro más tonto del año, un año que, para que no lo olvidemos, también se estrenó Last Christmas: Otra oportunidad para amar.
A pesar de eso, Ian McKellen trabaja de una forma alegre y traviesa como Roy Courtnay un estafador profesional; mientras que Helen Mirren es Betty, una ingenua viuda adinerada. Es evidente que ambos se están divirtiendo y la pantalla se llena de magia cuando lo hacen. Muy bien arreglados, comienza el cortejo en un club bastante fino.
Detrás de escena, Roy Courtnay tiene un cómplice que lo ayuda con sus planes bizantinos (Jim Carter, mucho menos moralmente recto que en Downton Abbey). También es sorprendentemente rápido, lo que agrega una buena ventaja. El nieto de ojos saltones de Betty (Russell Tovey) triangula la maniobra del gato y el ratón, y es divertido ver al tramposo de McKellen sin aliento, tener que recalcular.
El director Bill Condon puede hacer esto con los ojos cerrados, y a veces parece que podría estar haciendo eso mientras la trama vuela de Londres a Berlín y los secretos son descubiertos. Pero hay suficiente talento visual para elevar las cosas por encima de la tarifa de género estándar.