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El niño de la bicicleta

  • Cine
  • 5 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
El niño de la bicicleta
El niño de la bicicleta
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Time Out dice

5 de 5 estrellas

Los hermanos Dardenne tienen la capacidad de encontrar la humanidad en la miseria y la naturaleza destructiva del hombre. Su cine no es sinónimo de la complacencia de la elite que les aplaude en los festivales más prestigiosos del mundo (vale la pena recordar que poseen dos Palmas de Oro por Rosetta y The Child), sino de una mecánica natural por retratar historias cotidianas y comunes con un ojo poético.

En su última cinta, El niño de la bicicleta, cada encuadre, la música de Beethoven y los silencios se sienten en un lugar natural y armónico, a diferencia de Cyril, un niño que desde la primera escena demuestra el salvajismo y el dolor que circundan su existencia: trata de escapar de la casa hogar donde está recluido después de que su padre lo abandonó. Cyril va en su búsqueda y en esta odisea conoce a Samantha, una estilista quien sin razón aparente decide adoptarlo durante los fines de semana y mitigar su dolor.

Pero Cyril es un cachorro herido que niega cualquier pizca de empatía, su vida deambula entre el miedo al abandono y la negación del desamor de su padre (la escena en que es rechazado por él, es desgarradora). La falta de una figura paterna lo orilla a buscar refugio con el delincuente local, lo que traerá graves consecuencias.

Los hermanos Dardenne no buscan explicaciones sociológicas ni tampoco referencias intelectuales para justificar las acciones de sus personajes: no es necesario analizar el dolor de Cyril, ni mucho menos la bondad de Samantha; ambos son simples guiños dentro de una historia que da tintes de un neorralismo moderno, donde no hay héroes, ni villanos, simplemente personas que están luchando por encontrar un rumbo alterno, una ruta de escape.

Las escenas en que Cyril surca entre las calles con su bicicleta son reflejos de libertad y aceptación. Sentimientos que sólo algunas películas pueden transmitir. El niño de la bicicleta es de esas obras que te devuelven la fe en el cine y en el ser humano.

Escrito por Josue Corro
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