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La arquitectura no se reduce a la estética o la estructura del edificio, también es lo que sucede en los espacios diseñados; el cómo los lugares se convierten en una especie de segunda piel o refugio que se va pareciendo, cada vez más, a la gente que ahí (con)vive. El patio de mi casa, documental del mexicano Carlos Hagerman (Vuelve a la vida, 2010), es la construcción de un retrato del legado de los propios padres del cineasta: Oscar y Doris, quienes se han dedicado a impulsar proyectos educativos en comunidades indígenas y rurales de México.
Con una mirada tierna el director nos adentra en los proyectos y sueños de sus padres, así como de las personas que los heredarán, ya que aunque la pasión y el compromiso social de la pareja es muy grande, ha llegado el momento de pasar la estafeta. Oscar es arquitecto y desarrolla proyectos rurales en los que se procura que el paisaje no sea corrompido por el edificio, mientras que Doris es psicóloga y arquitecta de “situaciones en la que la gente pueda aprender”, es decir educadora.
El hijo de ambos, Carlos, es en cierta forma también arquitecto pues construye el documental en modo in fraganti, los protagonistas charlan entre sí mientras desempeñan algunas de sus actividades diarias, como dar un paseo. Carlos también incluye fragmentos de videos grabados por los abuelos del documentalista, por lo que la película brinda la sensación de ser un invitado de honor a un hogar para compartir algunos de los momentos más felices de los Hagerman y sus amigos.
El patio de mi casa es una historia de amor a la pareja, a la familia y al otro, del legado de las enseñanzas de nuestros padres. Es un relato de esperanza que nos recuerda la importancia de establecer compromisos con el desarrollo de nuestra comunidad y entorno.
La cinta fue presentada en el marco del festival internacional de arquitectura y ciudad Mextrópoli y en la gira Ambulante 2015.