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Con 'El perdido', Christophe Farnarier continúa explorando la vinculación del ser humano con la naturaleza como ya había hecho en 'La primavera' y 'El sueño'. Este occitano establecido en Cataluña arma aquí un relato de ficción mínimo en torno a un hombre que, tras intentar quitarse la vida por motivos desconocidos, vuelve a empezar en medio del bosque. Este reinicio de ciclo marca la estructura de una película de una complejidad interior más rica de lo que puede hacer entender su transparencia contemplativa. El protagonista (Adri Miserachs, un debutante de innegable magnetismo físico) retoma desde cero todo el proceso de civilización, desde la invención del fuego a instalarse en una casa pasando por la caza y la agricultura. Como es habitual en el cine de Farnarier, y a través de una meritoria construcción narrativa a través del montaje, 'El perdido' restituye cierto poder sagrado a los rituales cotidianos de supervivencia.