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Expedición al fin del mundo

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  • Crítica de Time Out
Expedición al fin del mundo
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

No hace mucho vimos cómo Werner Herzog se respaldaba de la tecnología 3D para crear epifanías relacionadas con la identidad, la cultura, la necesidad humana de crear y, de paso, el futuro de la civilización. Ahora, una nutrida tripulación danesa –contagiada del espíritu herzogiano e integrada lo mismo por un geólogo y una bióloga marina, que por un fotógrafo y un teólogo– se embarca en otro viaje por un paraje inexplorado, a los confines mismos del planeta. Bueno, más allá de los fiordos groelandeses. Abordo de una goleta que parece sacada directamente del siglo XIX, continúan con aquellas disertaciones. Esta vez, según el área en el que se desenvuelve cada uno. Por ejemplo, el sentido de la vida es resumido en un pedazo de servilleta.

Visto de esta manera, podría parecer una de las películas más aburridas del planeta y sus fríos mares. Sin embargo, esta expedición coquetea todo el tiempo con el cine de aventuras, épicas náuticas que, como documental antropológico, logran que uno esté al borde del asiento como si se tratara de cualquier producción hollywoodense.

No falta la tensión al interior del grupo, producto de su heterogeneidad. El momento de drama y valentía, cuando uno de los integrantes confiesa haber sido atacado años atrás por un oso polar y sabe que tarde o temprano se topará con uno durante la travesía. La parte emotiva la alcanza la bióloga marina al confirmar que ha descubierto una nueva especie de microorganismo. En la parte climática, el capitán acepta continuar el trayecto luego de que se compliquen las cosas al quedar atrapados entre icebergs. Pero, la contundente vuelta de tuerca pone en entredicho el recorrido mismo: después de todo, no estaban solos. Véanla, para que comprendan a qué me refiero. Quizá se sorprendan como yo.

Escrito por Alberto Acuña
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