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Los cinéfilos sensatos que se oponen a la confusión y la crudeza innecesaria saben cómo evitar las películas de Guerra de papás. Dicho esto, el escritor y director Sean Anders y el coguionista John Morris obtienen una puntuación un poco más alta con su última comedia sobre una familia poco convencional —sin duda— ya que se basa en las experiencias personales de Anders con la adopción. Hay un corazón y un sentimiento genuinos dispersos en Familia al instante, lo suficiente para hacer que quieras que sea más consistente sin ser repetidamente con los chistes forzados.
Mark Wahlberg y Rose Byrne interpretan a Pete y Ellie, que se ganan la vida renovando casas y han empezado a sentir el vacío de su propio nido. Deciden ir por la ruta de los padres de crianza temporal y, después de asistir a clases llenas de posibles adoptantes, terminan trayendo a casa un trío de hermanos. Todos los niños tienen los problemas estándar: Lizzy (Isabella Moner) es una adolescente rebelde, Juan (Gustavo Quiroz) es un paquete de nervios hipersensibles y la pequeña Lita (Julianna Gamiz) es una mocosa. Las actitudes de Pete y Ellie hacia ellos siguen cambiando de escena en escena, dependiendo del efecto que Anders persiga. Tal vez puedas imaginar el desarrollo más predecible que lleva al conflicto del tercer acto, y probablemente le atines.
Aún así, si Familia al instante logra tener más momentos emocionales y divertidos de lo que merece, eso es en gran parte gracias a dos de las actuaciones. La joven estrella en ascenso, Moner, es estupenda como Lizzy, lo que le da credibilidad y empatía a un papel con incluso más cambios de humor que un adolescente promedio. En la parte más pequeña de la genial abuela Sandy, Margo Martindale atraviesa la película como una fuerza cómica, robándole cada escena. Ojalá piensen en una versión alternativa que tenga más que ver con la vinculación de Lizzy y Sandy, y menos acerca de que Pete y Ellie que tienen las risas del mínimo común denominador.