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Actor videohomero de culto durante el día y traficante de personas, órganos y drogas durante la noche. Así podríamos definir a Félix, mejor conocido como “el Panda”. Personaje mitómano, ególatra, pero al mismo tiempo, hábil e inteligente, Félix se ha erigido como un gran cacique en ambos negocios, de hecho existe una suerte de biopic que relata sus andanzas ilegales titulada No más muertes en la frontera (Javier Montaño, 2008).
Así como Los ladrones viejos: las leyendas del artegio (Everardo Gonzalez, 2007) diseccionaba la mutación que sufrió la ciudad a causa de la violencia, el antihéroe quiere redimir la imagen del “pollero” en una zona donde la vida humana es ya moneda corriente, y de paso, le da el lugar que merece a ese cine popular low budget fronterizo que traslada a la pantalla aquellos corridos que de contar las tragedias y penalidades del narcotráfico se han convertido en apologías del mismo.
A pesar de que la película tiene un remate muy desafortunado y a rajatabla, así como algunas deficiencias técnicas (en cuatro años de filmación, nunca detectaron que el audio fallaba), logra convertirse en una revelación tanto como documental y como historia clandestina.