Historia de Taipei
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Reseña

Historia de Taipei

3 de 5 estrellas
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Time Out dice

Si en el final de Aquel día en la playa, Edward Yang mostraba como sus personajes femeninos después de toda una serie de adversidades lograban su independencia y veían un futuro prometedor; para su segundo filme, el director taiwanés expondría la adaptación que habría que realizar la mujer hacia los valores occidentales representados en el capitalismo y en una ciudad impersonal que crecía sin concierto alguno.

Pareciera que Ah-Chin es la modelo de esa modernidad que llegó al país asiático: es el brazo derecho de una importante ejecutiva dentro de una firma de arquitectos, mantiene una relación estrecha con su padre y su hermana menor, ha podido comprar un espacioso departamento y tiene junto con su novio Lung, el dueño de una pequeña fábrica textil, el plan de emigrar a Los Angeles, una ciudad que él ya conoce y por la que siente fascinación.

Sin embargo, el despiadado modelo económico en el que ella ahora participa activamente, provoca que otra compañía compre la firma donde trabaja, siendo relegada a un puesto inferior; generando una reacción en cadena: su relación con Lung se desmorona, su padre pierde grandes cantidades de dinero en apuestas y negocios que nunca prosperarán, el viaje a Estados Unidos se va aplazando. Posiblemente sólo conociendo al grupo de amigos punks de su hermana e involucrándose cada vez más con uno en particular, Ah-Chin pueda reconocer finalmente la resaca de su emancipación y como sobrellevarla a partir de ese momento. 

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