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Lo mejor que se puede decir de Jauja es que es indescriptible. Se trata de una suerte de homenaje a Inland Empire, la obra maestra de David Lynch. Excepto que aquí, Lisandro Alonso le quita la agitación cósmica y la sustituye con una serenidad perturbadora que nos recuerda a la magia del cine clásico de John Ford y a la excelente fotografía de Timo Salminen.
La historia trata de un capitán danés que se pierde en el paisaje hermoso y hostil de un desierto argentino para recuperar a su hija desaparecida. Aunque esta descripción es injusta, ya que reduce el carácter poético de la cinta.
Quien crea que Interestelar muestra todo lo que implica un viaje en el tiempo, se sorprenderá por lo que Alonso realizó en Jauja.