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La película más accesible de Sofia Coppola, es la obra menos “Sofia Coppola” de su carrera. The Bling Ring se aleja de su visión como directora, una mirada que la llegó a colocar como una de las cineastas más importantes de su generación.
Los pecados de la cinta no son perceptibles a primera vista, de hecho, la premisa de la película –un grupo de chicos que roban casas de celebridades–, continúa con esta obsesión de la directora por retratar la soledad y manías perturbadoras de adolescentes privilegiadas. Sin embargo, nunca logra una conexión con los personajes principales de la película, quienes parecen maniquíes que sólo saben vestirse en ropa de diseñador y carecen de libre albedrío. Es una lástima que ni siquiera la sensualidad de Emma Watson pueda ayudar a que la cinta no resbale hacia el olvido. Lo mismo ocurre con la historia central: se queda varada entre un estudio sobre el frenesí/amor injustificado por la cultura mediática de Estados Unidos, y un capítulo de E! True Hollywood Story, donde el morbo tiene mayor relevancia sobre el origen y las consecuencias de este caso criminal.
Los sellos creativos y visuales de Coppola jamás afectan la esencia de la película. Si bien en The Virgin Suicides y Marie Antoinette, la madurez era un proceso doloroso para enfrentarse a un mundo desangelado, en esta oportunidad no existe un lazo entre el accionar de los personajes y su cleptomanía. Otra de las grandes características de la directora era su facilidad por encontrar la belleza en los sitios más comunes y banales (la escena de la alberca en Somewhere, el karaoke de Lost in Translation), en The Bling Ring la única secuencia similar es cuando dos de los protagonistas entran a robar a una casa y sus fechorías son grabadas por una cámara de vigilancia. Más allá de esta escena, parece que la película fue dirigida por cualquier otro director.
Aquí Coppola es redundante a diferencia del resto de su filmografía, cuyos últimos tercios son catárticos, en esta ocasión decide tomar un camino fácil y deliberado para reincidir en esta crítica al materialismo norteamericano. The Bling Ring es el punto más bajo de Coppola (algo así como el “Jack” de su padre), ideal para verla un domingo por la tarde o en su autobús de la terminal de Taxqueña favorito.