[title]
Esta grandiosa película indie feminista se arriesga a dar un puñetazo por detrás a los dramas antiguos. Lady Macbeth es como una historia de Jane Austen, pero con un poco de sexo y asesinatos, además de una heroína del siglo XIX que podría haber eclipsado las obras de Gloria Steinem.
Confusamente, esta historia no tiene nada que ver con Shakespeare: el guion fue escrito por Alice Birch, adaptación de la novela rusa de 1960 de Nikolai Leskov, Lady Macbeth de Mtsensk. La cinta traslada el libro a la Inglaterra victoriana, donde Florence Pugh (encamina a una joven Kate Winslet) interpreta a Katherine, una adolescente del norte de Inglaterra, cuyo padre la ha casado con el hijo de un rico minero. Vergonzosamente, es parte de un trato dos por uno, intercambiada con una parcela de tierra. Su nuevo esposo (Paul Hilton) es un desorden malhumorado de patéticas incompetencias.
Esta película es una parábola feminista pura. Vemos cómo la sirvienta de Katherine, Anna (Naomi Ackie), jala los cordones del corsé agónicamente apretados, lo que se usa como metáfora de cómo el patriarcado deforma su cuerpo y retuerce su alma. Cuando su marido deja la mansión por negocios, Katherine termina en la cama con un sirviente arrogante (el cantante Cosmo Jarvis), seguido de una matanza.
La recién llegada Pugh es brillante como un rayo: totalmente eléctrica como Katherine, y está por encima de grandes apuestas literarias como Madame Bovary y Anna Karenina. Aunque tiene la cara inocente de un ángel, Katherine pronto estará a la altura de su homónimo shakesperiano. El chico y la sirvienta son una mezcla de raíces que añaden otra capa de complejidad y nos muestran tóxicas divisiones de clase. Es una extraordinaria película.