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Como otras películas españolas contemporáneas, 'Los ilusos' busca su sitio. Lo hace en blanco y negro, mediante un protagonista cineasta y en el contexto del cambiante panorama actual, en el que el cinéfilo está acostumbrado a ver películas en el ordenador y en el que las salas de proyección a menudo no están a la altura. Jonás Trueba firma una película que empieza a la deriva, tocando diversos referentes –desde Jean Eustache hasta el 'slapstick'–, y que acaba encontrando su identidad en el relato romántico con toques de humor y en la evocación ilusionada de las posibilidades del séptimo arte. Decía Trueba a raíz de 'Los ilusos' que una cierta manera de vivir y entender el cine tocaba a su fin con el cierre de algunas salas y con la desaparición progresiva del celuloide. 'Los ilusos' se estrena sólo unas semanas después que, en el Festival de Cine de San Sebastián, Fernando Franco presentara 'La herida', el último film revelado en un laboratorio español.