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Media peli es un homenaje a los escépticos cuadernos de notas del gran Houdini. La otra media, una réplica exacta de los mejores momentos de 'My fair lady': Colin Firth es Henry Higgins y Emma Stone, una Audrey vestida de charlestón, y la cosa termina con un final tipo 'Eliza, where are my slippers?', que hace que salgas del cine con cara de '¡he-pillado-el-referente! Si le quitas esto, es pura coquetería: el sol de verano de la Costa Azul, besos en el planetario y este ambiente de la 'âge d'or' francesa que Allen ya había escurrido como los pajaritos de Blancanieves cuando hacían la colada, en aquella fantasmagoría 'happy twenties' que se llamaba 'Midnight in Paris'. El ritmo, de música ligera. La sátira negra tipo Boris Gruchenko ha pasado a mejor vida. ¿Y qué queda? Pues una comedia romántica, de las que en un día de lluvia te reconcilian con el mundo.