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La frase “pudo haber sido peor” tal vez no suene como un elogio. Pero no cuando una película se crea sobre un concepto imaginado por un ejecutivo de producción y su hijo de cuatro años (literal), y por lo mismo, las expectativas sobre ella se desploman naturalmente a través del suelo. Aunque Monster Trucks puede ser bizarra, accidentada y muy tonta, no hay que olvidar que es una película sobre monstruos que viven en camiones. Nunca iba a ser Ciudadano Kane.
La criatura en cuestión –una gran masa amistosa de tentáculos– surge afuera de un lago subterráneo por la perforación agresiva del petróleo, sólo para ser encontrado por el adolescente Tripp (Lucas Till). Hasta ahí la cinta es muy ET, sólo que el extraterrestre café y arrugado nunca fue empleado como mecanico de camiónes para que Elliott pudiera competir con los niños ricos de la escuela. Y luego de eso todo es muy extraño.
En la columna de puntos a favor podemos anotar que el ritmo es rápido y el elenco es sólido: Thomas Lennon, Barry Pepper y Danny Glover hacen un trabajo tan efectivo, que casi olvidamos a Till, mientras que Rob Lowe aparece para ser una especie de Cyril Sneer, en The Raccoons, como un ejecutivo de energía petrolera. En la columna de lo negativo está... casi todo lo demás: las defectuosas bromas, los repugnantes efectos especiales y las constantes y las extrañas batallas que intentan paralizarnos el corazón.
La película muestra todos los signos de haber sido golpeada en la sala de edición: varios personajes desaparecen durante largos períodos sólo para llegar de nuevo para el final; mientras que la persecución del clímax parece haber terminado antes de que comenzara. Sin embargo, si te gustan los camiones y/o monstruos y tienes 102 minutos con absolutamente nada mejor que hacer, date una vuelta.