Oculus

"Espejito, espejito, ¿quién está más muerto de todos?" Ese es el tipo de preguntas retóricas que enfrentan los hermanos Kaylie (Karen Gillan) y Tim (Brenton Thwaites), quienes se reúnen después de una década para lidiar con un asunto supernatural no concluido.

El director Mike Flanagan introduce un antagonista peculiar: un espejo antiguo que tiene la misteriosa cualidad de persuadir a sus dueños a matar o a suicidarse.

Esto les ocurrió a los padres de Kaylie y Tim (interpretados por Katee Sackhoff y Rory Cochrane), a quienes vemos en flashbacks entrelazados con la trama de los hermanos, en un presente en el que intentan acabar con el malvado mueble.

Flanagan se divierte mucho haciendo zigzag con la línea del tiempo, y los protagonistas nunca saben si lo que ven es real o imaginario. Hay un momento memorable en el que Kaylie confunde una bombilla con una manzana.

A pesar de la discordia familiar, los intentos por alcanzar relevancia emocional nunca llegan a cuajar, pero, por sus logros en el género, Oculus es algo más que una película de sustos.