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Plan perfecto

  • Cine
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Friends With Kids
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Time Out dice

3 de 5 estrellas

La crisis de la mediana edad ha llegado a un extremo biológico, casi bíblico: los adultos contemporáneos han cambiado su miedo a la soledad sexual por un capricho mucho más salvaje… la necesidad de tener hijos. Y sí, capricho es la mejor forma de describir la vida de un par de neoyorquinos, Jason y Julie, a quienes no les importa la sobrepoblación, ni tampoco el trauma que le puedan ocasionar a su bebé cuando le expliquen que lo concibieron después de un acuerdo mutuo. Verán, después de una noche desastrosa en casa de unos amigos -arruinada por sus pequeños hijos-, Jason le propone a su amiga/vecina que deberían tener su propia descendencia, pero sin títulos sentimentales de por medio, como una pareja divorciada que disfruta la vida desde dos frentes: la paternidad compartida, y la libertad de seguir acostándose con otras personas sin miedo a lastimar a nadie. Después de una escena de sexo bastante vergonzosa, ¡por fin están embarazados!

Aunque el plan suena complejo, sale matemáticamente a la perfección -evidentemente, ¡es una película!-: Julie tiene a un lindo niño y Jason es un padre ejemplar. Todo parece maravilloso, como familia de comercial de coches; pero -evidentemente hay un “pero”, ¡es una película!-, Julie comienza a sentir algo más que amistad por un amigo; quien, a su vez, acaba de conocer a la mujer de su vida: una hermosa bailarina, con un enorme escote, flexible y amante de los videojuegos (Megan Fox).Y es hasta este momento, en que Plan perfecto deja de ser una colección de gags sobre el matrimonio, los hijos y la abstinencia, y se convierte en una comedia romántica tanto divertida, como predecible.

La directora/productora/guionista y protagonista, Jennifer Westfeldt, no intenta descubrir el hilo negro de estas películas, pero se agradece que su historia se sienta fresca gracias a la naturalidad con que el cast (recién graduados de la maravillosa Bridesmaids) intercambia diálogos, frustraciones e insultos. A pesar de que se limita el poder cómico de Wiig y Rudolph, la cinta lo compensa con las observaciones honestas, casi deprimentes, de la forma en que los hijos modifican la vida. Gracias a este rubro, Plan perfecto se diferencia de otras cintas similares sobre amigos con relaciones sexuales/platónicas/complicadas que arruinan su vida: Friends With Benefits, The Switch, No Strings Attached… y vaya, hasta Knocked Up.

Sin embargo, el último tercio de la película demuestra la inexperiencia de Westfeldt, (Kissing Jessica Stein): se deja llevar por el fervor del romance principal y lo adorna de un desenlace inevitable -que es tan gracioso, como incómodo: no sabrás si reír o hundirte en tu asiento cuando la escuches- que entra de golpe, sin que lo podamos digerir. Toda la construcción de diálogos y situaciones se reduce a una epifanía sentimental que cumple con su objetivo: dejar con una sonrisa y esperanza, a todas las personas que viven tristemente bajo la sombra de ser el o la mejor amig@.

Escrito por Josué Corro
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