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Safari

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Safari
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Time Out dice

4 de 5 estrellas

En la selva africana, cebras, impalas y ñus campan en libertad. Mientras los turistas pasan las vacaciones matando

Para Ulrich Seidl somos animales sin esperanza. Lo peor es que ni siquiera lo sabemos. Esto era 'En el sótano': un zoológico de excentricidades perturbadoras y ridículas, enjauladas por la cámara de un entomólogo aficionado a los encuadres simétricos y claustrofóbicos.

Pero no hay que bajar a los sótanos para explorar nuestras miserias. Miradlos como se van a África a cazar, y ponen en escena sus trofeos y justifican la matanza como si fueran nazis olfateando entusiasmados las cenizas que llueven desde los crematorios. Son turistas de la carne, como lo era la protagonista de 'Paraíso: Amor', siempre dispuesta a que un keniano le hiciera creer que ella era la pieza que valía la pena desear.

En 'Safari', que por otra parte parece respetar el método Seidl punto por punto, el colonialismo no necesita expresarse con palabras vanas. La escena más abrumadora haría temblar al Georges Franju de 'La sang des bêtes', y no sólo porque es en color. Seidl no deja que los locales hablen. Sólo trabajan, hacen el trabajo sucio, se comen los restos que deja la autosatisfecha Europa comunitaria. Sin esta secuencia, 'Safari' podría correr el riesgo de ser un documental pintoresco. Es este contraplano sostenido lo que la convierte en una genuina, realista película de terror.

Escrito por
Sergi Sánchez
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