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'Seoul Station' no es sólo la precuela de 'Train to Busan', una manera de sacar provecho de la gallina de los zombis de oro. Yeon Sang-ho, el director de ambas, curtido en el mundo de la animación ('The king of pigs' y 'The fake' son sus obras maestras), sabe que el cómic no tiene la fuerza de la imagen real, y que estos infectados nos darán menos miedo que los de su compañera de juegos. Por eso prefiere mantener un perfil bajo, jugar con las semejanzas entre zombis y humanos, situar su paciente cero entre los 'homeless' para subrayar la crítica social del mito y centrarse en el vínculo emocional de los personajes. Se trata, pues, de hacer una película más intimista sin renunciar a los momentos de tensión, con el objetivo de que el clímax final, el del reencuentro paterno-filial que nos romperá el corazón, deje tapizado el terreno de carne cruda.