Sueños de libertad

El cineasta norteamericano James Gray (The Yards, We Own The Night), regresa con este bienintencionado pero insípido melodrama sobre la experiencia de los inmigrantes en el Nueva York de los años veinte. La cinta comienza con la llegada de las hermanas polacas, Ewa y Magda, a la Isla Ellis, en 1921. Magda es retenida por una supuesta tuberculosis, dejando a Ewa (Marion Cotillard) viviendo bajo la sombra de su ausencia durante el resto del filme.

Mientras lucha por reconciliarse con su fe Católica al vivir los horrores de una inmigrante pobre, Ewa entra al purgatorio cuando Bruno (Joaquin Phoenix) le ayuda a escapar de la Isla Ellis. Él la convence de formar parte de un estilo de vida teatral, e incluso juega con la idea de introducirla al mundo de la prostitución a cambio de alojamiento. Las primeras escenas de la película resultan curiosas y nos hacen indagar en los verdaderos intereses que tiene Bruno sobre Ewa. Él no es un claro villano e incluso muestra compasión, de hecho, es lo suficientemente bondadoso como para hacernos creer que las circunstancias de la vida lo llevaron a actuar de esa forma.

La necesidad de Gray por contar una historia minuciosamente cuidada, abordada desde una perspectiva clásica es admirable. Sin embargo, el resultado final nos defraudó. El guión tiene un par de giros difíciles de creer y deja todo el peso de la trama en los ojos y expresiones faciales de Cotillard. De hecho, la interpretación de Phoenix, llena de gritos y evasiones aparece fuera de lugar. Sueños de libertad, promete una gran historia, pero su ejecución es demasiado tiesa, aburrida y poco convincente.