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En la línea de los dos westerns de Tarantino, 'Django desencadenado' y 'Los odiosos ocho', que han explorado el legado del esclavismo en América, esta película cargada de discurso racial va un paso más allá. Hamilton Morris hace de un aborigen australiano, de nombre Sam Kelly, a quien el patrón, un pastor benévolo, envía a ayudar al vecino a construir una valla. Kelly decide cooperar, pero el vecino resulta ser un alcohólico que los trata, a él y a su mujer, como si fueran ganado. Todo acaba fatal, en una pelea con fuego cruzado, en el que el borracho muere y Kelly consigue escapar. Lo curioso es que, en el corazón del folclore australiano, los fuera de la ley que se llaman Kelly tienen un lugar especial. Y el caso de Ned Kelly, por ejemplo, que fue un atracador de bancos, va flotando todo el tiempo en el relato de este fugitivo, donde también el paisaje es un elemento capital.