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Esta última incorporación a la franquicia Terminator, una serie de Hollywood que cruje como un viejo T-800 con articulaciones rígidas, es la cinta que reúne a todo el cast que lo hizo genial en la primera entrega: Arnold Schwarzenegger, Linda Hamilton y James Cameron (aunque no el coproductor original, Gale Anne Hurd). Ahora presentan Terminator: DEstino oculto, prometiendo enderezar todas esas líneas de tiempo torcidas y brindar un poco de asombro y asombro de honestidad. Al menos en el papel, esa es una perspectiva tentadora.
Sin embargo, en realidad, la participación de James Cameron se limita a una historia y al crédito del productor, y es difícil imaginar que la premisa le tomó más descanzo de Avatar 2. La configuración y la estructura son tan similares a la histórica Terminator 2 (1991), que parece un reboot. Es un facsímil acuoso de esa película, lleno de guiños y guiños a momentos icónicos del pasado.
El director de Deadpool, Tim Miller, es el último cineasta que intenta aportar frescura a estos ritmos recalentados, y hay algunos destellos prometedores desde el principio. Esa toma icónica de terminadores que aplasta un cráneo en un paisaje apocalíptico se transforma en una tranquila escena junto a la playa, en una edición suave. La tensión en el corazón de estas películas siempre estuvo entre el grupo de sobrevivientes aterrorizados y las masas, el momento es capturado con claridad.
El escenario, 27 años después del Día del juicio, se desplaza al sur de la frontera de los Estados Unidos, donde una mujer mexicana, Dani (Natalia Reyes) se encuentra bajo el ataque de un Rev-9 (Gabriel Luna), una nueva generación de asesinos enviados desde el futuro. Cabalgando al rescate llega el superesoldado Grace (Mackenzie Davis), también del futuro, para proteger a Dani y Sarah Connor (Linda Hamilton). Ella no es del futuro, pero está lo suficientemente enojada como para serlo. El par de guardianes que compiten se unen al final de una persecución automovilística (el mejor momento de la película), y pronto cruzan espadas como solo dos personas de líneas de tiempo totalmente diferentes pueden hacerlo.
Es refrescante apoyar a dos protagonistas femeninas feroces en la misma película de Terminator. Es una alegría ver a Hamilton de vuelta en el atuendo familiar, blandiendo un lanzacohetes como el resto de nosotros operamos iPhones. Pero hay pocas cosas nuevas aquí.
Tenemos una secuencia de avión que se siente falsa y poco activa, y el Rev-9 abriéndose paso a través de multitudes de espectadores prescindibles. El líquido Rev-9 puede transformarse, pero la suavidad del personaje drena la amenaza. En cambio, siéntate y disfruta del turno de Arnie como un T-800 desgastado por la batalla, solo tratando de salir adelante como un hombre, bueno, un organismo cibernético asesino. El personaje que alguna vez fue famoso por decir casi nada, obtiene las mejores líneas. Lamentablemente, es la única sorpresa aquí.