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El notable Andrew Niccol se enfrenta a la adaptación de una novela de Stepahnie Meyer y se estampa. El punto de partida tiene su gracia: una historia de ciencia ficción que parece una versión Light de ‘La invasión de los ladrones de cuerpos’ mezclada con tópicos de la narración de aventuras de iniciación. Per las dos horas que vienen a partir de aquí degradan este inicio a una excusa para poner en circulación a un grupito de de jóvenes guapos y chicas lánguidas, metidos en una intriga incapaz de luchar contra sus limitaciones. No se decide nunca ni por la distopia, ni por el track juvenil del estilo de ‘Los juegos del hambre’, ni por lo que parece gustarle más, una reivindicación de la raza humana francamente ridícula a estas alturas. Y entre las pocas cosas que se mantienen en pie sólo puedo hablar de una magnética Diane Kruger como mala ambigua que ni siquiera (¡ai!) consigue salvar la función.