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Jean Dujardin, el actor con mil megawatts de carisma de El artista, se redujo a un metro con 37 centímetros –gracias a efectos digitales– para interpretar a un chico de baja estatura en esta esponjosa y divertida comedia romántica francesa. Él interpreta al arquitecto Alexandre, quien recoge de un bar el teléfono que olvidó la abogada –y recién soltera– Diane (Virginie Efira).
Cuando ambos se encuentran, él es la pareja perfecta de ella: es exitoso, atractivo y con mucha confianza sin llegar a ser arrogante; sólo hay un “pero”: Alexandre es más o menos 18 pulgadas más pequeño que ella (sufrió de una deficiencia hormonal durante su infancia). Las dos estrellas salen pero la estatura es todo un problema. Diane tiene pánico de presentárselo a su ex esposo –es una mezcla de vergüenza y de miedo de que pueda humillar a Alexandre–.
Podría haber aquí un interesante ángulo sobre las políticas de género; está mal visto que un hombre diga que le gusta una mujer con un trasero pequeño, ¿pero qué hay de una mujer que confiese que su príncipe encantador es alto y fuerte? Pero Un hombre de altura es una romcom francesa, así que no hay espacio para el feminismo. El mensaje es más bien para celebrar las diferencias, lo cual sería más un poco más convincente si para el protagónico se hubiera elegido a un actor de menor tamaño en lugar de usar efectos CG en Dujardin.