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Conocimos a los directores búlgaros Kristina Grozeva y Petar Valtxanov gracias a 'La lección' (2014), una parábola en torno a la imposibilidad de mantenerse fiel a unos valores firmes dentro de una sociedad podrida moralmente. En su segunda película, 'Un minuto de gloria' (ganadora indiscutible del Festival de Gijón), vuelven a incidir en este tema a través de la historia de un funcionario de ferrocarril que encuentra una gran suma de dinero en las vías del tren y la entrega a la policía. Este acto de integridad chocará diametralmente con la corrupción que habita en las altas instancias, y también con la pérdida absoluta de humanidad por parte de sus integrantes. Si en 'La lección' los directores mostraban un tono de gravedad, aquí utilizan la sátira como forma precisa de denuncia. Y lo hacen de una manera tan precisa como la maquinaria del reloj que da lugar a todo el conflicto de la película: rigurosa, y con una enorme clarividencia a la hora de desarrollar una metáfora que nos habla de cuan difícil es ser honesto en un mundo degradado.