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Nunca diría que es una gran película. Sin embargo, es un trabajo muy disfrutable a pesar de los altibajos de su guión. El director y guionista francés Guillaume Nicloux, quien previamente hizo películas muy decepcionantes como La monja y tan gratificantes como El secuestro de Michel Houllebecq, saca lo mejor de sus dos estrellas, Isabelle Huppert y Gérard Dépardieu, en una historia que juega con su percepción de las personas y de su pasado. Esta es la primera colaboración de los dos actores, luego de que hace décadas aparecieran en Les Valseuses (1974) y Loulou (1980).
La pareja finalmente se reúne pero ahora como unos padres separados que han estado distanciados por mucho tiempo de su hijo Michael, quien, habiéndose mudado a Estados Unidos, acaba de suicidarse. Antes de quitarse la vida (¿o quizá después?), envía a cada uno de sus progenitores cartas casi idénticas, en la que les pide que vayan a Death Valley donde, promete, de alguna manera podrán reunirse los tres.
Mientras Isabelle y Gérard —los dos padres son actores muy populares, y muestran algunos rasgos familiares de Huppert y Depardieu— llegan a varios sitios importantes de Death Valley, ellos discuten, se quejan del calor y de otros huéspedes del hotel, y en general se reencuentran con ellos mismos y frente al otro, poniéndose al corriente de sus respectivas vidas, la familia y los sentimientos que les desencadenó el suicidio de su hijo.
Es una película con dos vertientes, por un lado están las constantes discusiones que se hacen para una agradable conversación sin complicaciones, y que tienen lugar en un impresionante paisaje. Por otro lado, están las escenas genéricas y de sugestión psicológica, incluso, menos alegres, las supernaturales intervenciones que no encajan fácilmente en la narrativa.
Sin embargo, el filme funciona muy bien gracias, en parte, a la excelente actuación de sus dos protagonistas. Tierna, emotiva, divertida y a veces alarmantemente intensa, sus escenas en conjunto resultan en una clase magistral de actuación cinematográfica. Es grandioso verlos de nuevo juntos en pantalla.