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Hay un momento en 'Villaviciosa de al lado' en el que la cámara se fija en los carteles de clásicos firmados por Keaton, Capra y Chaplin. Deducimos, pues, que estos son los referentes a los que Nacho G. Velilla ha puesto una vela. Pero las ideas del director y guionista quedan paradas en otro lado. Para entendernos, esta es la clase de película donde un personaje dice "lo veo todo negro", y luego se nos muestra la cara de, sí, un negro. Así, poco se puede hacer, por mucho que la cinta prometa un apunte ácido, colocando el prostíbulo como punto de confluencia de las fuerzas políticas de un pueblo. Tampoco ayuda la torpeza con que la historia desperdiga las tramas, ni los desequilibrios en el reparto, donde la rotundidad de Carmen Machi comparte espacio con la poco carismática presencia de Jon Plazaola y con registros tan trasnochados como el de Salva Reina.