Yo

Un restaurante de carretera es el lugar en el que se instaló Matías Meyer para contarnos la adaptación audiovisual del cuento Le Clézio, del Premio Nobel de Literatura Jean-Marie Gustave. Entre terrenos áridos y pollos que son criados para el consumo del establecimiento conocemos al protagonista de esta historia, Yo (Raúl Silva Gómez), un hombre corpulento y con un aparente retraso mental que dice tener 15 años, pese a aparentar más edad.

Hay pocos diálogos en el nuevo largometraje de Meyer (Los últimos cristeros, 2011) y deja a su personaje central la responsabilidad de ser el narrador. Es así que la voz en off de Yo se convierte en nuestra guía para conocer sus aventuras: desde la amistad que lleva con una niña de 11 años, pasando por las reflexiones que le provoca la presencia del amante de su madre, hasta sus inquietudes sexuales.

Yo apuesta por un cine naturalista. Transcurre con secuencias largas –e incluso algunas en las que nada pasa– para mostrar la cotidianidad de su protagonista. No hay musicalización, los monólogos y diálogos sólo son acompañados de sonidos incidentales y aparentemente naturales, lo cual transmite el aislamiento del hogar y social del personaje Yo.

El tedio que puede ocasionar el ritmo lento y las escenas que parecen no conducir hacia ningún lado se contrarrestan por la actuación de Raúl Silva, quien se contiene para no desbordar el drama y asume cada acción de su rol con mucha naturalidad, y por el casi inesperado final abierto.