Time Out en tu buzón de entrada

Buscar
'Bla Bla Land'
Irisnegro 'Bla Bla Land'

¿Por qué la gente no puede dejar de hablar en los conciertos? Artistas enfadados, una exalcaldesa y silencios por contrato

Tratamos de sacar el agua clara al asunto preguntando a músicos, profesionales de la industria y expertos en la materia

Borja Duñó
Escrito por
Borja Duñó
Publicidad

Vale, no era estrictamente un concierto, pero el caso de Guillem Gisbert en los Gaudí hizo reavivar un tema que siempre ha estado latente en el panorama musical catalán (y estatal, también): ¿Por qué la gente no puede hacer el favor de callar en los conciertos? ¿Qué hace que, después de haber esperado con ansia el día y pagado una entrada, el típico charlatán te estropee la canción que tanto habías deseado disfrutar en directo? ¿Es normal? ¿Es una falta de respeto hacia el músico y los demás espectadores? ¿Todos hemos sido alguna vez el que habla y alguna otra quien maldice a los muertos del aguafiestas de turno?

Guillem Gisbert, premis Gaudí
Foto: Jordi Borràs / ACNGuillem Gisbert, premis Gaudí

La canción elegida por Gisbert en los Gaudí, 'Un home realitzat', tenía todo el sentido del mundo: Contaba cómo una vez, el guionista Rafael Azcona, yendo “justito de inspiración”, se dedicó a lanzar aviones de papel por el balcón del hotel de Roma donde se alojaba. Además, la estrenaba. El formato –sólo voz y piano– era arriesgado, y los invitados aprovecharon los minutos musicales para levantarse a ir a fumar y hacer un pis con alboroto. "A ver, estas galas en directo siempre son muy peligrosas para cualquier persona que sube al escenario, puede pasar cualquier cosa, ya mí me salió el tiro por la culata", reconoce Gisbert.

Estas galas en directo siempre son muy peligrosas para cualquier persona que sube al escenario, puede ocurrir cualquier cosa

“Mientras cantaba, pensaba que quizá el realizador haría planes cortos, que quitaría los micros de ambiente y que no se vería… pero cuando salió…”, ríe el cantante, que apenas inicia su carrera en solitario y que ya sabe que le toca "hacer callo", como él dice. “El otro día, en los Grammy también había un caos enorme, hay un momento en que Maluma sale con Christina Aguilera y por los micros de ambiente escuchas peña hablando a saco, quiero decir que son cosas que pasan en este tipo de eventos", dice quitándole hierro.

Pero quien esté libre de culpa de que tire la primera piedra. A raíz del alboroto, Elisenda Pineda lanzó este tuit: “No hace mucho presenté una gala donde la gente de la cultura se levantó a tomar algo mientras cantaba Júlia Colom. Nunca había visto tremenda falta de respeto”. Y Colom añadió: "Jur x 10 que un 80% de la gente de la cultura se levantó a hacer un break justo cuando empecé a cantar". Quedamos consternados. Porque ninguna de las dos lo decía, pero nosotros, que nos mantuvimos clavados en el sitio como estacas por el magnetismo de Julia durante toda la actuación, sabíamos que se refería a los premios Time Out Cultura. Fue una actuación magnífica, algunos reconocen que la descubrieron allí, pero sí, también hubo gente que se levantó, se fue a la barra y se puso a hablar. Gente de la cultura. ¿Qué demonios nos ocurre? ¿Podemos remediarlo?

Tres tipos de espacios, tres actitudes diferentes

Josep Martí, doctor en Antropología Cultural e investigador de la Institución Milà y Fontanals del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (Barcelona) nos tranquiliza un poco: nos explica que las actuaciones suelen tener lugar en tres tipos diferentes de espacios, y que el tipo de espacio determina el marco cognitivo con el que acudimos al concierto.

En primer lugar, están los de "centralidad absoluta", como podría ser un recital de clásica en el Palau de la Música, donde tenemos claro que debemos sentarnos en silencio y escuchar. En segundo lugar, los de "centralidad intermitente", como los que se realizan en pubs, clubs de rock, festivales, etcétera; es decir en espacios donde estamos de pie, podemos movernos, hay barra y, en definitiva, el concierto no es lo único que pasa a nuestro alrededor (una gala como la de los Gaudí o la de los premios Time Out Cultura entraría en esta categoría); y, finalmente, están los de "centralidad inexistente", que son los de las llamadas "músicas invisibles", por ejemplo, un pianista amenizando una cena en un restaurante.

Cada evento tiene su marco cognitivo, y lo sabe la audiencia y el artista, [el problema es cuándo] las expectativas del músico chocan con las del evento

"Al Palau de la Música vamos con un marco cognitivo de escucha contemplativa, pero en los otros dos casos prima la socialización", dice Martí. “Una gala no es un concierto sino un evento en el que, de forma ornamental, aparece un cantante, que no es la razón por la que el público ha ido a la ceremonia”, continúa. “Cada evento tiene su marco cognitivo, y lo sabe la audiencia y el artista, [el problema es cuándo] las expectativas del músico chocan con las del evento”, remata.

Así pues, ¿no somos tan malas personas por haber hablado en ese concierto del Sidecar donde nos tuvieron que reñir? ¿O en aquella actuación del Vida, porque no conseguía captar toda nuestra atención o porque pasaban más cosas a nuestro alrededor? Veamos que dicen los músicos y otros profesionales de la industria del directo.

Tori Sparks
Foto: Frank EggersTori Sparks

¿Hablamos más en los países mediterráneos que en otros lugares de Europa, Reino Unido o Estados Unidos?

Según Martí, “sí que hay sociedades más tranquilas, como en Finlandia, pero esto en parte son tópicos, y tiene mucho más que ver con las características del evento. Si hablamos de conciertos de pop, rock y derivados, generalmente se realizan en lugares de centralidad intermitente y quizá por eso el público se siente con permiso para charlar”.

“La gente en España no ve los conciertos, los graba”, se queja Xènia Rafí, responsable de prensa de The Project desde hace un montón de años, mientras que Alícia Rodríguez, que también se dedica a la promoción de conciertos y que vivió unos años en Oslo, opina: “¡Definitivamente allá no hablan tanto como aquí! Lo que hacen es beber y beber hasta caer al suelo o empezar a socializar de repente, y entonces no hablan, entonces gritan”.

Lo que hacen es beber y beber hasta caer al suelo o empezar a socializar de repente, y entonces no hablan, entonces gritan

Pero los profesionales tampoco se escapan, ni aquí ni en el extranjero. Además de crítico de música clásica, Xavier Cester es el director del Àrea de Música del Institut Català de les Indústries Culturals (ICEC) y parte de su trabajo consiste en viajar a ferias internacionales, donde tienen lugar 'showcases' para a gente de la industria. “El público profesional suele ser más hablador. Depende también un poco del espacio, si es de pie, entonces sí que hay una parte de público que escucha, una parte que medio escucha medio habla, y otra que sólo habla. Y no necesariamente en el fondo de la sala o en un rincón”, asegura.

Tori Sparks es músico profesional desde hace más de veinte años. Originaria de Chicago, se estableció en Nashville durante años y lleva diez viviendo en Barcelona. En todo este tiempo ha actuado en 24 países diferentes, por lo que puede comparar públicos y ofrecernos un buen retrato robot de cómo se comporta el de nuestro país: “A la pregunta de si la gente habla más durante un concierto en Barcelona, Cataluña y España que en otros lugares durante un concierto, la respuesta sencilla es que sí. Pero me gustaría matizarlo”.

Te dicen que te quieren y tú piensas 'vaya, pensaba que no te había gustado'

“En Holanda o Suiza, puedes estar tocando una canción con mucha marcha y nadie baila ni se mueve. Nadie dice ni mu –asegura–. Entre canción y canción y al final del bolo aplauden un poco, y quizás piden un bis, o quizás no. Pero después del concierto te compran todo el merchandising, todos los discos que has traído, te dicen que te quieren, que son fans incondicionales tuyos por el resto de sus vidas y tú piensas 'vaya, pensaba que no te había gustado'” .

Aquí, dice, funciona al revés. “La gente habla y grita, están pendientes del móvil… y piensas lo mismo que en Holanda, que no les gusta el concierto. Pero cuando termina, pasa lo mismo y te dicen que te quieren, que son fans incondicionales, que quieren comprarte un disco”. Y cuando les cuento que creía que no les gustaba el concierto porque se han pasado todo el rato charlando le contestan "bueno, sí, pero lo estaba disfrutando".

Una exalcaldesa en la sala

De todas las anécdotas que recuerda Sparks, ésta es la más sonada: “En un concierto al aire libre, donde todo el mundo estaba más o menos en silencio, había una mesa detrás de todo de un grupo de mujeres que hablaban mucho y pensé que sería una despedida de soltera, pero era Ada Colau con amigas suyas. Me río porque cualquier persona tiene derecho a salir con sus amigas, pasárselo bien, hablar, gritar… hacer lo que quieran, vamos, pero pensé que si la exalcaldesa de una ciudad no sabe que esto no se puede hacer en un concierto en directo, especialmente cuando casi nadie más habla, ¿cómo va a pensar que debe respetar la música en directo un 'ciudadano normal'?”

Pensé que sería una despedida de soltera, pero era Ada Colau con amigas suyas

Hay que saber algo, nos alerta Sparks: “Si estás hablando, el músico te ve, ¿eh? Piensa que no estás disfrutando y eso le afecta”. La cantante cree que es cultural. Y que no es que no haya respeto por el músico, pero que la gente lo expresa de forma distinta según el país. También asegura que tiene seguidores muy fieles que "son supersilenciosos y que mandan callar a los demás cuando hablan en los conciertos".

View this post on Instagram

A post shared by Ferran Palau (@ferranpalau)

Levantarse y marcharse

Ferran Palau hace una música sutil, calmada, que debe escucharse en silencio. Al principio de su carrera se había encontrado con gente que hablaba. Ahora dice que no tanto, pero "a veces sí que pasa y es una mierda, algunas veces me he ido después de dos o tres canciones". ¿Solución? “Tengo una cláusula en el contrato que dice que si la gente habla mucho puedo irme y cobrar igualmente el concierto, porque mi música es tranquila”, explica.

“De todas formas, normalmente no ocurre, porque ya procuramos tocar en lugares donde no pueda pasar, vigilamos los formatos, dónde tocamos, de qué manera, los horarios y todo esto, si es un festival siempre prefiero tocar más hacia el principio”, añade. Como hacen los Lambchop de Kurt Wagner –unos especialistas en tocar flojito– y también algunos maestros de escuela, Ferran Palau también ha probado el truco de ir bajando el volumen para que la gente se de cuenta de que debe callar. “Sí, este truco lo hemos utilizado y funciona, y también alargar los silencios, intentar crear una incomodidad que hace que la gente pida silencio, porque se da cuenta de que es algo muy frágil y que están pasando por encima como una apisonadora ”.

Tengo una cláusula en el contrato que dice que si la gente charla mucho puedo irme y cobrar igualmente

Néfur es el nombre artístico de Laura Guarch, que además de cantar en Cataluña, lo ha hecho con diferentes formatos y proyectos también en ciudades como Londres, París, Berlín, Reikiavik, Roma, Lisboa y Manchester, entre otros lugares. “He cantado en auditorios, en la calle, en galerías de arte, en bares musicales, en salas de conciertos”, dice. Y para ella, esa dicotomía cultural no existe. Como Palau, cree que se trata de encontrar y crear el ambiente adecuado para su música, algo que no siempre debe ser fácil. Dice que haciendo otras propuestas, en un principio, sí se había encontrado con públicos ruidosos, pero no con su proyecto actual.

View this post on Instagram

A post shared by Néfur (@nefurmusic)

"La gente habla o no habla, aquí y en todas partes, en respuesta a la experiencia que estás ofreciendo como músico", asegura. “Si lo que ofreces es puro entretenimiento, es normal que la gente hable. Si lo que ofreces es arte entendido como una experiencia única y transformadora, desde tu máxima presencia, autenticidad e integridad como artista, tendrás un público cautivado que, como en un hechizo, se deja transportar y atravesar por la experiencia y la verdad de lo que estás ofreciendo. Esto va más allá del estilo musical, de las características del sitio y del país. Es universal y es una madurez artística que se logra con los años”, añade.

Como, al menos en espacios de centralidad intermitente, esto no le ha funcionado ni a Guillem Gisbert, ni a Júlia Colom, ni a Tori Sparks, ni siquiera a Maluma ni a Christina Aguilera ni, incluso a veces, a Ferran Palau, la pregunta que tocaría hacernos ahora es: ¿Estamos a la altura, como público?

La respuesta en el próximo concierto.

NO TE LO PIERDAS: Los mejores conciertos de Barcelona en 2024

¿Quieres estar al día de todo lo que se mueve en la ciudad? Inscríbete en nuestra newsletter y tendrás toda la info y los planes que te gustan para disfrutar de Barcelona

Últimas noticias

    Publicidad