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Dice León Siminiani que, hasta donde le alcanza la memoria, siempre había querido hacer una película de atracos, como el 'Rififi' de Jules Dassin y el 'Atraco perfecto' de Stanley Kubrick, de aquellas donde hay fajos de billetes, revólveres y balas brillantes y manos enguantadas que hacen girar en plano detalle la rueda de una caja fuerte. Era un deseo que siempre le había acompañado y que se reactivó cuando en agosto de 2013 la policía detuvo en Madrid una banda de ladrones acusados de haber saqueado hasta siete sucursales bancarias.
Entre los detenidos estaba el Flako, también conocido como el Robin Hood de Vallecas, con el aura de un bandolero mítico. Era el descendiente de una saga de atracadores con mucha pericia, experto en la técnica del butrón, y presumía de poder recorrer todo el alcantarillado de Madrid con una venda en los ojos. Cuando ya estaba en la cárcel, León Siminiani le hizo llegar una carta, y es en el momento en que la tira al buzón donde comienza la aventura.
A ratos una autoficción con elementos de cine negro, a ratos el retrato de un héroe con máscara de látex que se muere de ganas de contar su vida criminal, León Siminiani redacta una crónica azarosa de su relación con el Flako que se extiende a lo largo de cinco años, sin garantías de final. Como ya hizo en 'Mapa', el director persigue una historia incompleta que poco a poco va llenando las páginas de un cuaderno en blanco.