[title]
El título de este empalagoso cuento de hadas montado en Nueva York suena como si lo hubieran tomado de un generador que lanza nombres de perfumes aleatoriamente, pero en realidad se trata de un drama contemporáneo que tiene un toque de tragedia extremadamente cortés, con un poco de la esencia de A Christmas Carol, de Dickens.
Will Smith interpreta a un hombre de negocios, Howard, a quien visitan tres espíritus: Helen Mirren, Keira Knightley y Jacob Latimore; ellos dan vida a tres actores de teatro independiente que son contratados por los colegas del empresario para fingir ser Muerte, Amor y Tiempo, respectivamente. ¿Podrán llevarlo a un nuevo nivel de autoconocimiento?
Al menos, estos espíritus ayudarán a los socios comerciales de Howard —Kate Winslet, Michael Peña y Edward Norton— a probar de una vez por todas que su infeliz amigo no es apto para dirigir una empresa. Quieren venderlo todo, ganar efectivo y a la vez resolver sus propios problemas personales (el deseo de un niño, librar la enfermedad, tratar de ser un buen padre).
Es de esperarse que Smith se preocupe más por la pequeña hija que su exesposa y él perdieron recientemente antes de liquidar sus acciones. Lo extraño es que la película parece mostrar ambos conflictos en el mismo nivel de importancia. La única señal de vida en Howard proviene de una creciente amistad con una compañera de un grupo de padres en duelo, rol que interpreta Naomie Harris.
Con la finalidad de crear una emotiva cinta Navideña, el director David Frankel (El diablo viste a la moda y Marley y yo) ensambla un juego y un elenco de renombre para aprovechar al máximo las invernales locaciones en Manhattan y Brooklyn. Sin embargo, es imposible dejar pasar la esencia ridícula y la trama chantajista.