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A pesar de que trata de renegar de su última película, Brian de Palma la termina con una secuencia que resume su trabajo: una locura repudiable y, a veces, maravillosa. Es una escena taurina, reveladora del mismo arte del director: una barbarie sin sentido bombeada de falsa grandeza. Un terrorista negro pilota un dron bomba y dos policías daneses (Nikolaj Coster-Waldau y Carice van Houten, 'Juego de tronos') intentan detenerlo, aunque solo pueden correr a cámara lenta. De Palma no nos dice nada sobre terrorismo. Solo quería hacer 'Domino' por este clímax delirante y tonto. El agotamiento creativo es palpable, un desinterés artístico casi total. Llega a las dos estrellas porque De Palma, de vez en cuando, aún piensa visualmente.